jueves, 27 de junio de 2013

Retcambio Personal en los Facilitadores Universitarios

     La práctica educativa o práctica docente se conceptualiza como una práctica profesional, según Sanjurjo (citado en Rueda, 2004) en la que se integran un conjunto de actuaciones, destrezas, conocimientos, actitudes y valores ligados a ella. El facilitador por su parte, es concebido como un profesional que continuamente toma decisiones sobre su práctica y que es capaz de reflexionar sobre la misma.

     Ciertamente, estas reflexiones bajo la concepción crítica se mueven en un entorno cambiante, en el que cada vez se presentan retos a los facilitadores en su búsqueda de constancia de propósitos. Por lo tanto, es necesario que los educadores universitarios implementen un proceso de intervención, que oriente los cambios que se producen. En tal sentido, la excelencia, en este ámbito, es una mirada optimista de las prácticas educativas, acompañada de estados de ánimo excepcionales, haciendo lo máximo de lo mejor que se pueda, para obtener como recompensa la propia satisfacción, viéndose como ganadores, desde la perspectiva del Retcambio. Al respecto Santos (2008:16) expresa el Retcambio proviene de las palabras Reto al Cambio. El Retcambio es el reto a las obvias realidades a través de un cambio sintergial, el pensamiento protagónico y los ciclos para la acción, en la conquista de resultados dramáticos.

      De allí que se demanda un trabajo interior, es mirarse como ganadores. Desde la perspectiva del Retcambio personal implica trabajar el carácter (influido por el aprendizaje social), la inteligencia (influido por la Psicofisiología del sistema nervioso) y las competencias (una integración de las anteriores).

     En este nuevo enfoque, el facilitador para lograr un mejor desempeño debe asumir un rol protagónico en los cambios que se requieren bajo esta nueva concepción, a través del coaching, que según Bou (2009:11) “es un proceso sistemático de aprendizaje, focalizado en la situación presente y orientado al cambio, en el que se facilitan unos recursos y unas herramientas de trabajo específicas”, todo ello permite la mejora del desempeño en aquellas áreas que la persona demanda. De esta manera, permite orientar al facilitador hacia el éxito, concediéndole un papel estelar que comparte con sus participantes, ayudándole a aprender en vez de enseñarle.

      Es así que una vía para innovar las prácticas docentes en la educación universitaria, se establece el coaching sintergial, como ejercicio de influencia e impacto de adentro hacia afuera, trabajando el carácter, inteligencia y competencias de la persona o grupo. El proceso parte de la evaluación personal y declaración de ignorancias. Se desplaza del bien ser hacia el bien hacer, para alcanzar sostenidamente el bien tener y llegar sostenidamente al bien estar. Es un proceso de intervención para desbloquear el poder, en el que se acepta trabajar las cegueras cognitivas y contumacias, para volverlas conscientes, disolverlas, a través de una nueva mirada interpretativa, nuevos estados de ánimo, diseños conversacionales asertivas.

     En virtud de esta concepción, es importante insistir en el papel que asume el facilitador en la conducción del proceso de aprendizaje, en el cual el profesor deja de ser la figura autoritaria que impone el conocimiento y decide qué y cómo aprender, pasando de esta manera a ser un facilitador del aprendizaje. En este contexto Nuñez (2005:1) expresa “la formación del profesorado universitario se debe considerar como un proceso continuo, programado de forma sistemática, cuyo primer eslabón sea una formación inicial, dirigido tanto a sujetos que se están formando para la docencia, como a facilitadores en ejercicio”.

     Desde esta perspectiva, el retcambio personal implica el compromiso del facilitador con la autogestión, que es el uso de estrategias personales de trabajo, mediante las cuales se programan y establecen cursos de acción para controlar las actividades diarias, con el fin de alcanzar objetivos propios y de la institución. Sin embargo, para lograr estos aspectos se debe cambiar adentro para triunfar afuera, por lo tanto Santos (2008:24) expresa “la demanda una transformación que va de las enfermedades de la pobreza mental hacia el Endoliderazgo”. Es decir, un liderazgo interior que fluye hacia la trascendencia a través de principios de efectividad cuyo radio de acción opera en el aquí, en el hoy y el mañana.

     De tal manera el Retcambio personal como modelo no invita a la reflexión como personas, profesionales e individuos que ejercen un rol protagónico, un rol que va más allá de ser agentes de cambios. Es reflexionar de manera crítica y permitirnos en todo caso compartir debilidades, fortalezas a partir de la individualidad propia del ser humano. Es entonces, abandonar esa comodidad que no deja avanzar, obstaculizando las funciones que como facilitadores universitarios se debe priorizar, funciones en las que la universidad como institución formadora, socializadora y promotora de innovaciones se fundamenta, ellas son la docencia, investigación y extensión.

     Importante es, a partir de cada experiencia en los espacios de aprendizaje preguntarse ¿Dónde estoy? Y ¿Hacia dónde voy?. Todo ello permitirá al facilitador determinar sus áreas de mejora, pero también priorizar las mismas. En consecuencia, el Retcambio Personal aplicado en los facilitadores universitarios, de promueve como un método para mejorar continuamente la administración personal y los resultados, a través del endoliderazgo y de una nueva actitud que enseña cómo pasar del bloqueo a la creación de posibilidades en la vida cotidiana que ocurre en los recintos universitarios. 

     Desde esta perspectiva, el facilitador universitario al poner en práctica el retcambio personal, se compromete con una práctica docente de calidad, ejerciendo una aprendizaje inteligente, renovando el carácter e inteligencias, permitiéndole adquirir competencias para la reflexión, investigación, a través de prácticas realmente efectivas.

      Al respecto Santos (2008) expresa “un viaje de renovación hacia el protagonismo en el que pasamos por la negación y el desprendimiento. Negar nuestras recurrencias y tradiciones inocuas o improductivas que producen esterilidad de resultados, desprendiéndonos del orgullo, la contumacia del que no sabe y presume que sabe, procediendo a declararnos ignorantes y aprendices del hecho nuevo”. Es entonces, aceptar que debemos actuar en función de las transformaciones, no dejarse atrapar por las obvias realidades, realizar mapas para la acción y ejercer un protagonismo realmente efectivo, donde los cambios que se presentan día a día sean la fortaleza de la institución universitaria para implementar innovación y creatividad en la docencia, investigación y extensión.
 
MSc. Magaly Garcia

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